Las ballenas y delfines, víctimas de la naturaleza y del humano

Por: Christian D. Ortega-Ortiz1, Evelyn Díaz-Torres2, Myriam Llamas-González2, Anahí Martínez-Romero1 y Raziel Meza-Yáñez1

1Facultad de Ciencias marinas, Universidad de Colima; 2Centro Universitario de la Costa Sur, Universidad de Guadalajara. christian_ortega@ucol.mx

Las ballenas y los delfines son animales que viven en el medio marino, pero respiran aire de la atmósfera pues son mamíferos mamíferos. Estos increíbles animales pueden ser vistos en todos los océanos del mundo, desde las aguas cálidas del ecuador, hasta las aguas frías polares. Sin embargo, su “estilo de vida” no es nada sencillo, dado que muchos de ellos tienen que desplazarse grandes distancias para conseguir su alimento o para estar en sitios adecuados donde puedan reproducirse. Y como la naturaleza y el humano coexistimos, se complican las actividades habituales de estos increíbles animales. Explicaremos esta idea con dos ejemplos.

En las aguas del Pacífico Central Mexicano (PCM), que son las que se ubican frente a los estados de Jalisco, Colima y Michoacán; el delfín moteado pantropical (Stenella attenuata) es considerado una especie residente, lo que significa que todos los meses del año podemos verlo en la región (Figura 1). Estos delfines ahí socializan, descansan, se reproducen y comen; pero recientemente hemos descubierto que cuando ocurren cambios drásticos en el océano, los defines son afectados. Un cambio en el Océano Pacífico es el incremento en la temperatura superficial del agua, lo que se conoce como el evento de “El Niño”, este fenómeno ambiental provoca que muchos animales marinos, como los peces “huyan” de esa agua más caliente, lo que trae como resultado que los demás animales que usualmente se comen a esos peces, pues se quedan sin alimento. ¡Esto ocurre a los delfines moteados! Durante eventos “El Niño” se desplazan distancias mayores, y lejos de la costa, seguramente para buscar alimento. Por el contrario, en eventos “La Niña”, cuando el agua de mar es más fría, se agrupan cerca de la costa, donde seguramente encontrarán más presas (Figura 2).

Figura 1. Delfín moteado (Stenella atenuatta) en aguas de la costa de Colima.
Figura 2. Ballena jorobada dentro de la bahía de Manzanillo, Colima.

Otro ejemplo, es la ballena jorobada (Megaptera novaeangliae), cada invierno-primavera realiza una migración desde aguas frías en el norte, hacia lugares más cálidos, como México. Estos inmensos animales arriban a las costas del PCM para realizar principalmente actividades de reproducción (Figura 2); es decir, cortejar (con saltos, golpes físicos y cantos entre machos), copular, alumbrar y cuidar a las crías. La cantidad de ballenas jorobadas que arriban cada año a esta región con estos fines usualmente es similar; sin embargo, también hemos descubierto que los eventos “El Niño” las afectan. En los inviernos-primaveras del 2015 y 2016 ocurrió uno de los “Niños” más intensos, lo cual provocó que hubiera pocas ballenas; en ambos años las actividades de cortejo fueron muy escasas, los machos cantores fueron muy pocos y, por ende, en el 2016 no se registraron crías en la región. En cambio, en el 2011 cuando fue un evento “La Niña” se registró una gran cantidad de ballenas jorobadas y de crías. Nuestra hipótesis ante este acontecimiento es, que las aguas frías provocan que las ballenas se desplacen hacia zonas más sureñas, dado que buscan aguas cálidas que favorezcan la reproducción, principalmente para que las crías nazcan sin estrés termal; y por lo tanto en nuestra región habrá una gran cantidad de ballenas. Por el contrario, cuando predominan aguas cálidas en la zona o incluso en latitudes más al norte, las ballenas recortan su migración y no llegan a nuestras costas, dado que en Baja California o zonas adyacentes encuentran las condiciones óptimas para sus actividades reproductivas.

Todo lo anterior pone en evidencia, que la naturaleza influye drásticamente sobre la ecología de los delfines moteados y las ballenas jorobadas de la región del PCM…Pero estas dificultades no terminan aquí, para complicar más la situación, tenemos ahora el humano. Nuestras actividades cotidianas, necesarias para continuar con el desarrollo y estado de confort en el que vivimos, han desequilibrado de manera importante muchos ambientes de nuestro planeta. La actividad pesquera, el tránsito marítimo y la contaminación costera, sin duda perturban el medio marino y por consecuente, a todos los animales que ahí habitan. Tal es el caso de los delfines moteados y ballenas jorobadas, las cuales hemos registrado con heridas y cicatrices a consecuencia de artes de pesca (Figura 3). Sin mencionar que esto mismo también afecta de manera importante a otras especies como las tortugas marinas y mantarrayas. Afortunadamente, una acción para minimizar esta problemática en la región es el equipo de Red de Atención a Ballenas Enmalladas (RABEN), quien ha liberado algunas ballenas de los estragos de algunas artes de pesca.

Figura 3. Superior, cría de ballena jorobada interactuando con barcos de gran calado dentro de la bahía de Manzanillo, Colima. Inferior Cría de ballena jorobada enredada en una red de pesca fuera de la misma bahía.

Por otro lado, la colisión por embarcaciones también ha afectado a delfines y ballenas en la región. Hace unos años, un delfín moteado casi fue partido a la mitad por un barco de gran calado (Figura 4). Y hemos registrado algunas ballenas con cicatrices/heridas, seguramente originadas por propelas de embarcaciones. A su vez, el ruido de las embarcaciones influye sobre la actividad acústica de ambos organismos, pero principalmente en el canto de los machos de ballena jorobada, ya que en ocasiones hemos registrado que algunos cambian la estructura de su canto debido al ruido que ocasiona un barco al arribar a las bahías para entrar al puerto comercial de Manzanillo; por lo que tienen que cantar a intensidades más fuertes para poder ser escuchados por las hembras. Pero también hemos detectado que algunos de estos machos, simplemente dejan de cantar por esta enorme contaminación auditiva.

Figura 4. Izquierda, delfín moteado colisionado por la propela de un barco de gran calado en aguas de Colima. Derecha, Madre con cría de ballena jorobada cerca del muelle fiscal de Manzanillo, Colima.

En años recientes hemos investigado agentes contaminantes químicos que pudieran afectar tanto a los delfines como a las ballenas de esta región del PCM. De manera preliminar podemos compartir información acerca de los delfines de nuestra región; dado que en su grasa corporal tienen residuos de por lo menos 29 contaminantes, siendo endosulfán y benzopireno los que más llaman la atención por su actividad dañina hacia el sistema endocrino (hormonal) y su potencial cancerígeno. Mientras que, en las ballenas jorobadas hemos registrado la presencia de una enfermedad cutánea, “la dermatosis del tatuaje” (Figura 5); la cual es causada por un virus, que a su vez es estimulado por diversos factores, como la contaminación química de las costas provocada por residuos que vienen desde el continente. Idea que nos sugiere que también debemos investigar el estado toxicológico en la grasa de las ballenas jorobadas; así como otros factores de salud de estos animales marinos, con el fin de proponer e implementar medidas de mitigación, que propicien y favorezcan su conservación. Hay mucho trabajo por hacer, y es necesario; porque sin conocimiento no se puede conservar.

Figura 5. Ballena jorobada con aparente enfermedad cutánea, “la dermatosis del tatuaje”, vista en la costa de Colima

Reseña del autor

Christian Daniel Ortega Ortiz realizó la licenciatura en Oceanología, con especialidad en Biología en la Universidad de Colima. La Maestría en Ciencias con especialidad en Manejo de Recursos Marinos fue obtenida en el Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas del Instituto Politécnico Nacional (CICIMAR-IPN); donde también realizó el doctorado en Ciencias Marinas al estudiar a la ballena azul del Golfo de California. Desde el 2009 es profesor-investigador de tiempo completo de la Facultad de Ciencias Marinas de la Universidad de Colima. Sus líneas de investigación se enfocan a la biología y ecología poblacional de mamíferos marinos, con algunas incursiones sobre la ecología de tortugas marinas y recientemente en aves marinas y educación ambiental con niños y jóvenes del estado de Colima. Ha dirigido 16 tesis de licenciatura, 4 de maestría y 1 de doctorado. Ha participado en 24 publicaciones científicas a nivel nacional e internacional. Y ha participado como colaborador o responsable en 10 proyectos de investigación. Cuenta con perfil PRODEP de la SEP. Actualmente es miembro del Sistema Nacional de Investigadores en el nivel 1. Y es el presidente de la Sociedad Mexicana de Mastozoología Marina (SOMEMMA) (2021-2023).

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