La Selva Lacandona es una de las áreas más grandes con selva húmeda de gran biodiversidad en Mesoamérica. Aquí, hace más de mil años, la civilización maya desarrolló sistemas agrícolas que mantenían a poblaciones de más de 50,000 personas que vivían entorno a ciudades ceremoniales. Tal actividad humana causó deforestación con consecuencias ecológicas y sociales negativas. Siglos más tarde, sin embargo, el bosque se regeneró naturalmente y la Selva Lacandona alberga actualmente una extraordinaria diversidad de plantas y animales.

Durante la década de años setenta del siglo pasado, el gobierno de México dotó terrenos de la Selva Lacandona a personas de diferentes lugares del país, específicamente, en la región de Marqués de Comillas, comenzando con ello una nueva ola de conversión de bosques a la agricultura. La conversión de bosques ahora se realiza con herramientas tecnológicas y formas agrícolas que los Mayas no tenían, tales como agroquímicos, maquinaria pesada, ganadería extensiva y monocultivos grandes de plantas perennes (incluida la palma aceitera africana). Alrededor del 70% de la selva madura se ha perdido en menos de 50 años y con ello un invaluable capital natural. Junto con esta perdida, se ha producido degradación del suelo, particularmente en sitios donde coinciden un suelo naturalmente pobre, el uso frecuente de fuego y agroquímicos y las actividades ganaderas. Además, las tierras degradadas a menudo son infestadas por malezas agresivas, que impiden la agricultura y la regeneración natural de los bosques.
Fotos: Arriba, un paisaje en la Selva Lacandona; a la izquierda del río Lacantún está la Reserva de la Biosfera de Montes Azules, a la derecha está la región de Marqués de Comillas (delimitada por el río y la frontera de México con Guatemala, en amarillo). Abajo, la cobertura de la selva húmeda (verde oscuro) se va reduciendo después de 14 (1984) y 44 años (2014) desde la colonización humana en Marqués de Comillas. Imágenes de Google Earth proporcionadas por Esteban Martínez.



Historias como esta se repiten en los trópicos de todo el planeta, contribuyendo a grandes pérdidas de biodiversidad y de las contribuciones invaluables de las selvas al bienestar humano. La población humana está creciendo, llegando pronto a 8.000 millones de personas, y con ello crece también la demanda de productos agrícolas. Por lo tanto, la humanidad enfrenta el gran dilema de cómo conservar y restaurar los diversos bosques tropicales bajo la creciente demanda de alimentos agrícolas.
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Estudiantes e investigadores de México y otros países llevan a cabo estudios en Marqués de Comillas, explorando formas de conciliar la conservación, la restauración forestal y la producción agrícola. Se ha encontrado que las prácticas agrícolas de pequeña escala (menos de dos hectáreas), que no utilizan agroquímicos ni fuego y mantienen una alta cobertura de árboles nativos, permiten la regeneración de los bosques cuando se abandonan los campos. Ejemplos de estas prácticas son los sistemas agroforestales y silvo-pastoriles, que combinan la biodiversidad forestal local con plantas agrícolas de interés social y económico. En contraste, el bosque no se regenera en campos abandonados donde la agricultura incluye el uso frecuente de agroquímicos, de fuego y maquinaria, dejando poca o ninguna cobertura de árboles, y es extensiva (> 10 hectáreas), como ocurre con los pastizales inducidos para la crianza de ganado y las plantaciones de palma africana. Los estudios muestran además que para garantizar altos niveles de biodiversidad y preservar el potencial de regeneración de los bosques naturales, es fundamental mantener grandes porciones de cobertura forestal (más del 50%) en el paisaje. Tales paisajes en la forma de mosaicos agro-forestales pueden ofrecer una amplia gama de productos forestales y garantizar la persistencia de las funciones y servicios del ecosistema, que son importantes para la regulación del clima, el mantenimiento de la fertilidad del suelo, el control de plagas agrícolas, el suministro de polinización biótica para cultivos y la conservación de fuentes de agua dulce, entre otros beneficios para el bienestar humano.
Basado en:
Martínez-Ramos, M., A. Pingarroni, J. Rodríguez-Velázquez, L. Toledo – Chelala, I.
Zermeño – Hernández y F. Bongers. 2016. Regeneración de bosques naturales y restauración ecológica en paisajes tropicales modificados por el hombre. Biotropica 48: 745-757.