Como producir alimentos sin destruir el medio ambiente

Por: Alfonso Larque-Saavedra*

 Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), Unidad de Recursos Naturales , larque@cicy.mx

Es difícil aceptar que México sea deficitario en la producción de granos para la alimentación. Este año importaremos la mayor cantidad de maíz en la historia lo que es un reflejo de la demanda alimentaria de básicos de México. Este país es reconocido mundialmente por ser uno de los centros de origen de la agricultura y un país con una megabiodiversidad por demás reconocida en la que se incluyen organismos de importancia en la alimentación, en otras palabras, que podemos proponer alternativas basadas en la naturaleza.

Refiramos lo anterior a lo que ocurrió en nuestro país en la década pasada y que se debió al llamado cambio climático. Me refiero a las circunstancias que propiciaron que se siniestraran 600 mil hectáreas de maíz, 300 mil de sorgo, 200 mil de frijol y 100 mil de trigo, lo que agudizo la importación de granos. La respuesta oficial a lo ocurrido fue sencilla y directa: hay que voltear lo siniestrado y volverlo a sembrar, inyectando capital para comprar semilla y fertilizante y que las máquinas sembradoras trabajen. Éste es el modelo de agricultura intensiva de altos insumos que no es del interés del presente escrito analizar.

En contraste, habríamos de preguntarnos ante el escenario de tener que importar granos, si existen propuestas alternativas basada en la naturaleza para atender la demanda de alimentos, que se puedan probar para, en caso de ser exitosas, incorporarlas a las opciones de producción y reducir con ellas las importaciones. Es en este sentido que proponemos utilizar un modelo de solución amigable al ambiente basado en la naturaleza. La idea que exploramos consiste en incorporar la cosecha de semillas del Ramón (Brosimum alicastrum), que es un árbol perenne, para complementar la demanda de granos. Desde un punto de vista botánico, sabemos que este árbol crece fundamentalmente en Mesoamérica, que se desarrolla en diferentes ecosistemas, abunda en las selvas medianas y altas, y que proporciona alimento a la fauna silvestre.

La propuesta está basada en aprovechar un sistema ya utilizado por los mayas desde tiempos ancestrales, quienes complementaban la cosecha del maíz con las semillas de Ramón. Esto se ha referido en los libros sagrados de los mayas en donde se resalta su importancia y se hace alusión al uso de dicha semilla para la alimentación. Se ha constatado la abundancia de este árbol en las zonas arqueológicas y se resalta que, en la actualidad, en gran parte de los traspatios de las casas mayas, existen de 1 a 6 árboles de Ramón. Del análisis realizado sobre la veracidad del uso de este árbol por la población peninsular del sureste mexicano, se señala que, en los últimos 100 años, éste es lo que llamaríamos un árbol multiusos (por cierto, Brosimum quiere decir alimento).  Su follaje es aprovechado como forraje y las semillas son utilizadas en mezclas con maíz para hacer tortillas o consumido como golosina, entre otros muchos referentes en la alimentación.

Resultados obtenidos en más de 10 años de analizar este árbol nos arroja información por demás valiosa. Sabemos qué se obtiene una harina orgánica, libre de gluten con alto contenido de proteína fibra y algunos minerales De igual forma se ha podido constatar que un solo árbol produce 100 kg de semilla anualmente y qué la recolección de esa semilla podría impulsar un modelo de producción de alimentos sin destruir el ambiente. Ese modelo es relevante en congruencia con el planteamiento qué hacen todos los países de evitar la contaminación con pesticidas el suelo, así como reducir el aporte de fertilizantes químicos.

La recolección de las semillas como las del Ramón es una actividad básica para el acopio de alimentos y fue una de las primeras actividades que practicaba el ser humano en el camino que lo ha llevado a proyectarse como una especie globalmente influyente en los procesos ecológicos. La recolección es hoy una opción real, viable, que será parte de un “paquete tecnológico nuevo basadas en la naturaleza” que podríamos como mexicanos impulsar y favorecer sin grandes costos o insumos. Esta práctica se realizaba hace 14 mil años, hoy se debe de revalorar y favorecer a la brevedad posible. Es una actividad campesina para reducir la pobreza al mismo tiempo que se propicia la seguridad alimentaria del país. Afortunadamente hay ejemplos en marcha. Se han empezado a crear centros de acopio de semilla en Campeche Quintana Roo y Yucatán. En el año 2019 recolectaron alrededor de 20 toneladas de semilla. Se ha constituido la empresa Kishur que han establecido una planta a partir del Ramón en el parque científico de Yucatán.

* Coordinador de Agrociencias Academia Mexicana de Ciencias

· Miembro del Consejo Consultivo de Ciencias

· Investigador del CICY

Reseña del autor

Francisco Alfonso Larqué Saavedra biólogo de la Facultad de Ciencias de la UNAM, Maestría en Ciencias del Colegio de Postgraduados de Chapingo y Doctorado de la Universidad de Londres, Inglaterra. Ha hecho estancias de investigación en las universidades de Stanford, Texas, Cambridge, Lancaster y Essex. Es Investigador Nacional Emérito del Sistema Nacional de Investigadores y Miembro titular de la Academia Mexicana de Ciencias. Su área de especialidad es la fisiología vegetal en las ciencias agrícolas. Es pionero a nivel mundial del estudio de la aspirina en plantas. Ha participado como impulsor de desarrollos tecnológicos para el desarrollo rural tales como: la producción continua de maíz, destilado a partir del henequén, la producción de hongos comestibles, el estudio de la biotecnología prehispánica y actualmente el como producir alimentos sin destruir el medio ambiente. Tiene innumerables publicaciones en todos los ámbitos, entre ellas destacan más de 130 artículos científicos, 4 desarrollos tecnológicos en el campo de bioproductividad transferidos al sector social. Entre los reconocimientos destacan Premio Nacional de Ciencias y Artes (2000); Premio Nacional de Investigación en Alimentos (1987), Premio mundial que otorga la TWAS en Ciencias Agrícolas (2010), Premio Seguridad Alimentaria y Sustentabilidad Cargill-CIMMYT (2017) Doctor Honoris Causa Colegio de Postgraduados (2014). Fue Director Académico del Colegio de Posgraduados y Director General del CICY. Actualmente es Coordinador del Centro para la conservación y aprovechamiento del Ramón, Coordinador del Banco de Germoplasma del Centro de Investigación Científica de Yucatán. Es investigador Titular de la Unidad de Recursos Naturales del CICY Yucatán.

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