
Por: Patricia Moreno-Casasola
Red de Ecología Funcional, Instituto de Ecología A.C. patricia.moreno@inecol.mx
Entre los humedales de las planicies costeras, los manglares son conocidos y apreciados, pero las ciénagas y pantanos evocan monstruos, mosquitos y enfermedades. Nada más alejado de la realidad. Forman los llamados humedales de agua dulce, que comprenden las selvas inundables, los popales y los tulares/carrizales. Son ecosistemas de gran belleza que forman parte de recorridos ecoturísticos. Además, cumplen funciones ecológicas muy importantes y proporcionan servicios ambientales invaluables. Desafortunadamente, en la planicie costera del Golfo de México estos ecosistemas, sobre todo las selvas inundables, están despareciendo.
El hidroperiodo representa la estacionalidad y las fluctuaciones del nivel del agua y es característico a cada tipo de humedal. En los suelos inundados los poros entre las partículas de suelo están ocupados por agua y se reduce la cantidad de oxígeno presente. Pocas especies de plantas pueden vivir en estas condiciones. Las selvas inundables toleran periodos de inundación que duran entre dos y seis meses mientras que los popales y tulares permanecen cuando menos siete meses con agua. Las selvas inundables han sido taladas para obtener madera y convertirlas en potreros, mientras que, en los humedales herbáceos, solo se introduce el ganado durante los meses de menor inundación y/o se busca sustituir la flora por especies introducidas de pastos africanos forrajeros. Tanto selvas como popales y tulares se establecen por detrás de los manglares formando un gradiente de inundación y salinidad. Frecuentemente solo vemos los tocones de las especies de selvas inundables reverdeciendo en los potreros que rodean los manglares (Figura 1).

Las selvas inundables son de diversos tipos y generalmente predominan pocas especies arbóreas. En el Golfo de México la más común está dominada por Pachira aquatica (zapote reventador) a la orilla de ríos y arroyos, las dominadas por Annona glabra (anona) en hondonadas con aguas con poco movimiento, aquellas con diversas especies de higuera (Ficus spp.) y por la palma Acoelorraphe wrigthii más en Tabasco (Figura 2).

Las selvas inundables son muy productivas, tanto como los manglares. En todos estos ecosistemas hay una gran variabilidad entre regiones y entre condiciones ambientales particulares. Sin embargo, los promedios obtenidos para diversas funciones son muy altos (Moreno-Casasola, 2016). Los siguientes datos muestran la importancia de estos tipos de humedales.
Productividad. El valor más bajo fue para una de las selvas más secas con 708 g m2/año, y los más altos fueron en 1456 g m2/año.
Sumideros de carbono. Hay pocos trabajos, desarrollados sobre todo en Veracruz, Chiapas y Tabasco. El almacén de carbono se ha registrado para el suelo de las selvas inundables (150 Mg C ha-1 a 650 Mg C ha-1). Los almacenes de carbono en la biomasa aérea de las selvas inundables fueron de 10 a 162 Mg C ha-1. Los flujos de carbono medidos como la caída de hojarasca oscilan entre 6 a 9 Mg C ha-1 año-1. Los flujos de metano y bióxido de carbono estuvieron en el intervalo de 0.01 a 1244 mg C m-2 d-1 y 0.009 a 11 g C m-2 d-1 respectivamente, para Veracruz y Tabasco, y dichas emisiones aumentan hasta 10 veces en humedales transformados en potreros.
Almacenes de agua. Los suelos de selvas inundables son por lo general orgánicos y funcionan realmente como reservorios de agua. El almacenamiento máximo de agua en el suelo de los sitios estudiados osciló entre 556 y 889 L m-3. Por la cantidad de agua que almacenan los suelos de selva inundable podemos afirmar que son sitios que funcionan como esponjas naturales con una fuerte influencia en la hidrología de la planicie costera, demostrando su capacidad para reducir los picos de inundación.
A pesar de su importancia estos humedales se encuentran entre los más amenazados. Se requieren esfuerzos de investigación, legislación, conservación, restauración y educación ambiental para asegurar que se conservan estos ecosistemas de gran valor.
Referencias
- Flores-Verdugo, F., P. Moreno-Casasola, C.M. Agraz- Hernández, H. López-Rosas, D. Benítez Pardo y A.C. Travieso-Bello. 2007. La topografía y el hidroperiodo: dos factores que condicionan la restauración de los humedales costeros. Boletín Sociedad Botánica de México, 80 (Suplemento): 33-47.
- Moreno-Casasola, P. 2016. Moreno-Casasola, P. (ed.) Serviciosecosistémicos de selvas y bosques costeros de Veracruz. Costa Sustentable no 8. INECOL-ITTO-CONAFOR-INECC, Xalapa. www.cienagasyhumedales.org
Reseña de la autora

Patricia Moreno Casasola. Investigadora del Instituto de Ecología A.C., en Xalapa, Veracruz. Licenciatura en Biología (UNAM), Doctorado en Ecología (Univ. Uppsala) y Especialidad en Desarrollo Sustentable. Su especialidad es la ecología de los ecosistemas costeros- playas, dunas y humedales y el desarrollo sustentable de las comunidades asentadas en la costa. Las principales aportaciones han sido en el conocimiento de la flora y del funcionamiento de estos ecosistemas, los usos y recursos que los pobladores obtienen de ellos, los servicios ambientales que proveen a la sociedad, las causas de degradación y los mecanismos para su restauración. Ha trabajado con comunidades locales en la organización de proyectos productivos sustentables que permiten a las comunidades mejorar su organización y sus ingresos. Recibió el Premio Estatal al Mérito Ambiental (Secretaría de Medio Ambiente de Veracruz), el Premio al Mérito Ecológico (SEMARNAT) y Reconocimiento al Mérito Ecológico (Sociedad Científica Mexicana de Ecología).