
Por: Patricia Balvanera
Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad y Unidad Académica de Estudios Territoriales Oaxaca, Universidad Nacional Autónoma de México. pbalvanera@cieco.unam.mx
La naturaleza sostiene a la vida humana y, en particular, a nuestra salud. Naturaleza es todo aquello que se encuentra en el mundo físico y biológico que nos rodea, incluyendo a los seres vivos y sus interacciones con el agua, el aire y la tierra. Cada día consumimos algo de la naturaleza para desayunar, comer y cenar. El café que bebemos, el maíz de la tortilla, el jitomate de la salsa, los nopales embebidos en ricas sopas (Figura 1). De la naturaleza obtenemos recursos que nos permiten cocinar y mantenernos confortables y seguros al interior de nuestros hogares. Nuestras casas pueden estar construidas de la madera de árboles, o de tabiques de arcilla obtenida de suelos formados a lo largo de miles de años por procesos físicos, químicos y la actividad de múltiples microorganismos. Obtenemos energía de la leña cosechada de arbustos o árboles, o bien de combustibles fósiles cómo el gas, el petróleo y el carbón, que resultaron de la descomposición de plantas o animales que vivieron hace millones de años. Una amplia variedad de medicinas que utilizamos para curarnos provienen de plantas o animales, o bien de productos sintéticos inspirados en organismos vivos que poseen propiedades medicinales. La naturaleza contribuye a nuestra salud satisfaciendo nuestras necesidades fisiológicas.

Figura. 1. La naturaleza contribuye a nuestra salud satisfaciendo nuestras necesidades fisiológicas. Fuente: Carlos Galindo Leal. CONABIO.
La naturaleza también regula las condiciones que requerimos para vivir. Las plantas son determinantes de las condiciones de temperatura y humedad del ambiente que son adecuadas para nuestro bienestar. Las plantas terrestres y las algas marinas absorben grandes cantidades del dióxido de carbono que emitimos al quemar gas, carbón o petróleo y con ello mitigan los cambios climáticos globales producidos por la actividad humana. La naturaleza regula la calidad, cantidad y temporalidad del agua dulce que bebemos o que usamos para los campos de cultivo. Las selvas y los bosques de las montañas, de las riberas de ríos o de las lagunas costeras, bombean agua a la atmósfera y favorecen la infiltración del agua al subsuelo, retienen contaminantes y evitan deslaves y la erosión de suelo. Los bosques también regulan los embates de eventos atmosféricos catastróficos, como los huracanes, evitando inundaciones grandes o siendo barreras físicas ante vientos fuertes. La naturaleza también controla a organismos nocivos que pueden amenazar nuestra vida, como es el caso de las ranas y los murciélagos que consumen moscos que transmiten el dengue. La naturaleza contribuye a nuestra salud regulando las condiciones ambientales de los distintos rincones del planeta en los que los habitamos.
La naturaleza es también fundamental para nuestra salud emocional (Figura 2). Caminar en la naturaleza nos permite soltar nuestras preocupaciones, gozar del entorno y ampliar nuestras perspectivas. Un hermoso paisaje, el canto de un ave o el estar en contacto con animales amigables ayudan a las personas enfermas a una recuperación más rápida. La naturaleza también es parte de nuestra identidad como personas: el árbol que sembró mi abuelo en el patio o el monte que recorría en mi infancia, contribuyen a nuestra conceptualización de nosotros mismos. La naturaleza sustenta nuestras visiones, conocimientos y prácticas: las selvas del sureste mexicano son parte de la cultura maya, tanto en el pasado como en el presente. La naturaleza nos inspira para la creación artística. La naturaleza contribuye a nuestra salud nutriendo nuestras necesidades emocionales.

Figura. 2. La naturaleza contribuye a nuestra salud nutriendo nuestras necesidades emocionales. Fuente: Astrid Domínguez Guerrero, CONABIO.
La actual crisis de la naturaleza está poniendo en peligro nuestra salud, nuestro bienestar. En las últimas cinco décadas, múltiples contribuciones de la naturaleza que son fundamentales para la vida de las personas han declinado de manera alarmante (Figura 3). Dicho deterioro resulta de la acelerada pérdida de especies de plantas, animales, hongos y bacterias, de las formas industrializadas de producción de alimentos agrícolas y pecuarios, del uso indiscriminado de ecosistemas y recursos de la tierra y del mar, de la contaminación de suelo, agua y aire, y de la creciente expansión de especies exóticas invasoras. La actual pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2 es un ejemplo claro y doloroso del efecto nocivo que tiene la destrucción de la naturaleza sobre su capacidad de contribuir a nuestra salud (contribución 10 en la Figura 3). Es urgente darnos cuenta de lo mucho que dependemos de la naturaleza para transformar radicalmente la forma en la que la valoramos, la usamos e interactuamos con ella.

Figura. 3. Tendencias de las contribuciones de la naturaleza para las personas de 1970 a la fecha. Ver leyendas en la parte inferior de la figura para la interpretación de los símbolos. Fuente: IPBES 2019.
Referencias
IPBES . 2019. Summary for policymakers of the global assessment report on biodiversity and ecosystem services of the Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services. S. Díaz, J. Settele, E. S. Brondízio E.S., H. T. Ngo, M. Guèze, J. Agard, A. Arneth, P. Balvanera, K. A. Brauman, S. H. M. Butchart, K. M. A. Chan, L. A. Garibaldi, K. Ichii, J. Liu, S. M. Subramanian, G. F. Midgley, P. Miloslavich, Z. Molnár, D. Obura, A. Pfaff, S. Polasky, A. Purvis, J. Razzaque, B. Reyers, R. Roy Chowdhury, Y. J. Shin, I. J. Visseren-Hamakers, K. J. Willis, and C. N. Zayas (eds.). IPBES secretariat, Bonn, Germany. 56 pages. https://ipbes.net/sites/default/files/2020-02/ipbes_global_assessment_report_summary_for_policymakers_es.pdf
Hall, J. S., V. Kirn, E. Yanguas Fernández (Editores). 2015. La gestión de cuencas hidrográficas para servicios ecosistémicos en las laderas de los neotrópicos. Banco Interamericano de Desarrollo. ISBN 978-9962-614-31-9
Reseña del autor

Patricia Balvanera. Bióloga por la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, Maestra en Ciencias y Doctora en Ecología por la Universidad Autónoma de México (UNAM). Es Investigadora Titular C del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM. Investiga los vínculos entre la biodiversidad y el bienestar humano. Ha producido más de una centena de trabajos científicos. Es editora asociada de las revistas indizadas Science Advances, People and Nature (British Ecological Society), Ecology and Society (Resilience Alliance), Ecosystem Services (Elsevier) y Ecosystem and People (Taylor and Francis). Es Copresidenta de la evaluación sobre la diversidad de valores de la naturaleza de la Plataforma Intergubernamental Científico Normativa de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos IPBES.