
Por: Griselda Benítez Badillo
Instituto de Ecología, A.C. griselda.benitez@inecol.mx
Los seres humanos enfrentan desafíos globales complejos. Una gran parte de estos desafíos derivan del acelerado aumento de la población y de las enormes demandas de recursos que las concentraciones urbanas imponen sobre el ambiente. La masificación de las ciudades no ha ido acompañada del correspondiente crecimiento de la infraestructura, servicios y viviendas para los habitantes, ni de concepciones apropiadas de sustentabilidad ambiental Esto se refleja en las afectaciones a la calidad de vida de los ciudadanos y también de los habitantes de los espacios rurales. Hoy, 75% de la población ya vive en ciudades y se espera que para el año 2050 este porcentaje aumente hasta un 90% (según ONU–Hábitat). La urbanización es un proceso de ocupación territorial, así como de transformación del uso del suelo y por tanto de la cobertura ecosistémica. El cambio en el uso del suelo es el principal responsable de la actual pérdida de biodiversidad. Los beneficios potenciales del verde urbano dependen de sus atributos y extensión. Las peculiaridades naturales determinan si los paisajes urbanos se convierten o no en entornos habitables y seguros, preocupación cotidiana de nuestro tiempo. Las ciudades pueden ser percibidas como inhóspitas en la medida que carecen de remanentes ecosistémicos en su interior ¿cómo podríamos revertir este sentir? En la búsqueda de una respuesta, aunque no hay una única, se ve fácilmente que recurrir al “verdor urbano” es un camino, particularmente el enriquecimiento de la infraestructura verde (Figura 1). Se trata así de integrar sistemas naturales o seminaturales que proveen servicios demandados por los ciudadanos.

La vegetación sea natural o no, tiene así un papel protagónico en la “naturalización” de las ciudades. Particularmente los árboles son un elemento estratégico, son protagonistas que articulan beneficios tanto ambientales como sociales. La presencia de los árboles es un requisito que frecuentemente demandan los habitantes para la ciudad, pues en el imaginario colectivo, son emblema de una ciudad más amable. Efectivamente, la falta de verde y especialmente de árboles se asocia con una exposición a mayor temperatura del aire, a la formación de islas de calor, y al aumento de la contaminación. La alteración de la cubierta vegetal está relacionada con la degradación de los servicios ecosistémicos de regulación. Por eso, la naturalización se concibe para mejorar las condiciones de confort y de calidad del aire. A pesar de que las ciudades son ambientes fuertemente dominados por el ser humano, inevitablemente dependen de la naturaleza por los muchos beneficios que los habitantes reciben directamente, derivados del funcionamiento ecosistémico sobre los que se han establecido. Pero también los de provisión importan, notablemente a través de los cultivos de traspatio y variaciones de agricultura urbana que benefician a las familias, como lo experimentamos en la ciudad de Xico, Ver. en búsqueda de opciones para propiciar seguridad alimentaria (Figura 2).

La “naturalización de las ciudades” es parte de diversas herramientas que intentan promover ciudades resilientes. El reto es cómo identificar y en su caso poner en práctica las “indicaciones de la naturaleza”. Es decir, ¿cómo asimilar el actuar de la naturaleza y ponerlo en práctica a través de la mano de los seres humanos? La complejidad de los usos y funciones urbanas hacen que la adopción resulte desafiante para lograr beneficios amplios para la sociedad, pero ese es precisamente la meta. En el Proyecto i-Gamma se plantea identificar qué espacios actualmente desprovistos de vegetación ofrecen la posibilidad de motivar programas de reforestación y restauración ecológica. En ellos debe fomentarse el uso de especies nativas, como hicimos en la ciudad de Coatepec, Ver. en dónde reforestamos 4.6 ha en el Cerro de las Culebras con 11 especies del bosque de niebla. En Xalapa, el área desnuda ocupa 24.5% de la superficie de la ciudad, existe la posibilidad de establecer en algunos de estos sitios programas de reforestación y restauración ecológica con el consenso de los diversos actores.
La construcción de edificios suele ser planeada para ser “permanente” pero no sucede así al reforestar y restaurar, los espacios verdes, resultan por tanto más vulnerables, sean manchones de vegetación o árboles individuales. Al inicio, “naturalizar la ciudad” puede ser tan simple y directo como plantar árboles (Figura 3), pero habrá que agregarle una visión centenaria pues la longevidad del arbolado nos desafía a dimensionar su articulación con la demás infraestructura urbana en el largo plazo. Si se hace con suficiente compenetración con la tarea, esta práctica es sin duda el cimiento en la construcción de ciudades saludables y sostenibles. En el Parque Bicentenario en Xalapa, Veracruz una placa rinde homenaje a un árbol señalando que es “protector de la vida y testigo de nuestra historia” .

Referencias
- Chávez Alaffita, L., Hernández Bonilla, M., Benítez Badillo, G. 2020. Intervención y transformación de áreas naturales, en el contexto nanocuenca, como espacios públicos en la ciudad de Xalapa-México. ACE: Architecture, City and Environment, 15(44), 8984. DOI: http://dx.doi.org/10.5821/ace.15.44.8984
- Eggermont, H., Balian, E., Azevedo, J.M.N., Beumer, V., Brodin, T., Claudet, J., Fady, B., Grube, M., Keune, H.. 2015. “Nature-based Solutions: New Influence for Environmental Management and Research in Europe”. Gaia – Ecological Perspectives for Science and Society. 24 (4): 243–248. doi:10.14512/gaia.24.4.9. hdl:10400.3/4170.
- Zucchetti, A, Hartmann, N, Alcantara, T, Gonzales, P, Cánepa, M, Gutierrez, C. 2020. Infraestructura verde y soluciones basadas en la naturaleza para la adaptación al cambio climático. Prácticas inspiradoras en ciudades de Perú, Chile y Argentina. Plataforma MiCiudad, Red AdaptChile y ClikHub. Editado por: World Wildlife Fund INC Av. Gral. Trinidad Morán 853, Lince, Lima – Perú Primera edición digital, agosto 2020 ISBN: 978-612-46028-8-7 https://cdkn.org/wp-content/uploads/2020/09/REPORTE-CIUDADES-VERDES-FINAL-020920_rv_compressed.pdf
Reseña de la autora

Griselda Benítez Badillo bióloga por la Facultad de Ciencias de la UNAM (1984). Maestría en la Universidad de York, Inglaterra (M. Phl. 1994) y el Doctorado en Agroecosistemas Tropicales en el Colegio de Posgraduados (2011). Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores Nivel I. Investigador Titular A de la Red de Ambiente y Sustentabilidad del Instituto de Ecología. Botánica de formación, actualmente está enfocada al entendimiento de la dinámica de cambio ambiental, particularmente la pérdida de la cobertura vegetal en las ciudades atribuidos a la urbanización. Tiene 69 Proyectos de Gestión Ambiental para entidades gubernamentales federales y locales, en los que la filosofía fue generar y aplicar conocimiento para propiciar la gestión ambiental sustentable y orientar proyectos de aprovechamiento de los recursos naturales con una perspectiva de conservación de la biodiversidad y de los valores ambientales del país. Participó en la elaboración del “Programa Veracruzano ante el Cambio Climático” (2008, INE-SEMARNAT y el Fondo de Oportunidades Estratégicas del Reino Unido). Éste fue el 1er. Programa hecho a nivel estatal en el País.