Resiliencia animal: ¿Por qué algunas especies de vida silvestre se asomaron a la ciudad con las cuarentenas?

Por: Miguel A. Gómez Martínez, Camilo E. Sánchez Sarria, Michelle García-Arroyo, Luis-Bernardo Vázquez, Ian MacGregor Fors

En un mundo cada vez más urbano y cada vez más globalizado, patógenos como el coronavirus SARS-CoV-2, causante de la pandemia producida por el COVID-19, son difíciles de controlar. Esta pandemia transformó el estilo de vida de millones de personas que se confinaron en sus hogares con la finalidad de controlar la tasa de contagio del virus. Como resultado del confinamiento de millones de urbanitas a nivel mundial, muchas ciudades se tornaron más calmas. Sorpresivamente, al inicio de las cuarentenas en Europa y Asia, avistamientos atípicos de vida silvestre en algunas ciudades del mundo comenzaron a ser más y más populares en redes sociales y noticieros. De la mano con la dispersión del virus hacia América, llegaron los reportes completamente inesperados de la presencia de especies en ciudades. Algunos de casos llamativos fueron: un puma (Puma concolor) observado apenas tres días después del cierre de actividades en el jardín de un hogar en Los Ángeles (California, EEUU), ciervos sika (Cervus nippon) corriendo por las calles de Nara (Japón), un individuo juvenil de jaguar (Panthera onca) fotografiado “paseando” frente a las instalaciones de un hotel en la Riviera Maya, así como macacos cangrejeros (Macaca fascicularis) en Lopburi (Tailandia) quienes buscaban alimento en la ciudad a causa de falta del alimento que les proveen regularmente los turistas en los templos cercanos a la ciudad.

            Si bien la lista de registros atípicos y, en algunos casos, sorpresivos, de especies en algunas de las “ciudades calmas”, el factor común de la mayoría fue el cambio abrupto en las actividades  humanas, sobretodo en centros urbanos y turísticos. Sin duda, el cambio en nuestra actividad urbana fue inesperado en un principio, reduciendo tráfico, ruido y demás características típicas de nuestras ciudades en condiciones normales. Evidentemente, muchas de las especies que fueron observadas en ciudades tienen poblaciones cercanas a las ciudades y debido a la repentina y masiva disminución de nuestras actividades, entraron a las urbes en busca de comida, o simplemente como parte de sus actividades de desplazamiento, hasta cierto punto anulando la barrera ecológica que implica la urbanización a la vida silvestre. A corto plazo, los animales podrían comenzar a hacer ajustes en sus conductas ante ciudades menos activas y ruidosas, desde la relajación de sus sistemas de alarma, alteraciones en su comportamiento hacia los seres humanos, hasta cambios demográficos. Imaginemos un escenario en el que individuos de alguna especie que habita en una ciudad (o algún área verde urbana) que nacieron durante el periodo más alto de confinamiento en esas ciudad, podrían cambiar su percepción sobre la amenaza (o ausencia de la misma) que representan los humanos, lo cual podría modificar su salud y comportamiento.

Si bien algunos estudios comienzan a analizar los efectos del cambio de nuestras actividades durante los periodos de cuarentena sobre la vida silvestre, la verdad es que no sabemos cuáles serán sus respuestas a largo plazo, o si el periodo no fue lo suficientemente prolongado como para provocar un cambio cuantificable. Pero además de las terribles pérdidas y ajustes que ha traído esta pandemia, quizá valga la pena rescatar la enseñanza que nos dejaron aquellos individuos de especies que entraron a nuestras ciudades cuando no estábamos en el frenesí de la vida moderna. La era post-COVID-19, junto con el aumento de la expansión urbana, el cambio climático y demás elementos del cambio global, podrían convertirse en un punto de inflexión en la historia de la urbanización, cuando el ser humano podría decidir modificar su forma de “convivir” estratégicamente con la vida silvestre en una tierra compartida.

Referencias

Reseña de los autores

Miguel Á. Gómez Martínez es estudiante de doctorado en el Instituto de Biotecnología y Ecología Aplicada de la Universidad Veracruzana. Sus intereses de investigación incluyen ecología y conservación de las aves. Se interesa particularmente en diversos aspectos relacionados con la ecología urbana como los distintos riesgos asociados con las ciudades a los que se enfrentan las aves.

Camilo E. Sánchez Sarria es estudiante de maestría en el Instituto de Ecología, A.C. (INECOL, Xalapa). Sus intereses de investigación se centran en el estudio de las aves de Colombia. Recientemente comenzó a incursionar en temáticas de ecología urbana, con especial énfasis en la relación que existe entre los confinamientos por la pandemia derivada del COVID-19 y variaciones en la diversidad funcional de las comunidades de aves urbanas.

Michelle García Arroyo es estudiante de doctorado en la Universidad de Helsinki. Su trabajo se enfoca en la evaluación de comunidades de aves en las áreas urbanas del sur de Finlandia y como la diversidad de aves y su comportamiento se asocia con distintos elementos de la urbanización en un esquema de evaluación a nivel de ciudad.

Luis Bernardo Vázquez es investigador titular en El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR, San Cristóbal de las Casas). Su línea de investigación principal busca entender las relaciones entre el ser humano y la naturaleza en el contexto de los ecosistemas urbanos, así como la forma en la que los humanos han afectado el mundo natural que los rodea y cómo algunos de estos efectos pueden revertirse.

Ian MacGregor Fors fue recientemente nombrado Profesor de Biodiversidad y Ecosistemas Urbanos en la Universidad de Helsinki. Sus principales líneas de investigación incluyen la evaluación de patrones ecológicos de distintos grupos taxonómicos en sistemas antropogénicos, principalmente urbanos, las invasiones biológicas, el ornitología básica y el desarrollo de procedimientos y metodologías estandarizadas.

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La avifauna del confinamiento

Por: Rodrigo Pacheco Muñoz

 Doctorando en el Laboratorio de Ecología Funcional, Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad, UNAM. rodpacheco@iies.unam.mx

El periodo de confinamiento que se implementó en México como medida de control ante la llegada de la pandemia de la COVID-19 fue similar al de otros países. Se ha propuesto que este periodo con una súbita y considerable reducción de nuestras actividades se llame antropausa (Rutz et al. 2020). Durante este periodo surgieron reportes ciudadanos en los medios y las redes sociales sobre avistamientos de fauna supuestamente raros. De esta forma, la antropausa planteó una oportunidad única y a escala de ciudad para probar si esto afectó a la fauna urbana.

Para algunos citadinos hay aves tan comunes que forman parte de nuestra vida diaria. Las palomas (Columba livia) alimentándose de semillas alrededor de los kioscos y las calles del centro, por ejemplo, o el canto de los Zanates (Quiscalus mexicanus) por la mañana. También hay aves no tan frecuentes en las calles, pero sí comunes en los parques.  Por ejemplo, en parques de Mérida se pueden observar Momotos Ceja Azul (Eumomota superciliosa) y en los parques de Morelia es frecuente el Pico Mexicano (Dryobates scalaris). Algunas especies de aves pueden hacer un uso amplio del espacio urbano mientras que otras se limitan a usar mayoritariamente los espacios verdes. También hay aves que simplemente prefieren evitar a las ciudades. Esta respuesta diferencial entre especies de aves a la urbanización se ha relacionado con características de sus rasgos funcionales y de sus historias de vida.

Nuestras actividades, como el paso de transeúntes y automóviles así como el ruido ambiental, son factores intrínsecos que constituyen el hábitat urbano. Su intensidad tiene el potencial de limitar la presencia de aves a nivel de especie e incluso poblaciones urbanas y no urbanas de una misma especie pueden responder distinto. La percepción de las aves sobre el peligro es importante y determina su habituación en las ciudades. Por ello, en el Laboratorio de Ecología Funcional del IIES quisimos evaluar si durante la reducción de actividades ocurrieron cambios en el ensamble de aves de Morelia.

Afortunadamente durante el invierno de 2018-2019 y el verano de 2019 realizamos registros de las aves urbanas en diversos puntos de Morelia y consideramos que estos nos brindan una referencia pre-confinamiento. A partir de estos puntos evaluamos al ensamble de aves de Morelia durante la última semana de la Fase II y durante el regreso a la nueva normalidad, exactamente a un año del censo de verano. Con base en las Tendencias de movilidad de Google del estado de Michoacán asumimos que nuestros registros en Morelia se realizaron durante las semanas con menor actividad y luego de un periodo de recuperación paulatina (Figura 1). Estas tendencias de movilidad también indican que en las zonas residenciales aumentó la actividad. Sorprendentemente, nuestros resultados preliminares muestran que no ocurrieron cambios en la riqueza de especies y tampoco en la abundancia de aves antes, durante y después del confinamiento. Tampoco detectamos cambios en su composición, a pesar de una disminución de más del 30% de la actividad. Estos resultados preliminares son similares a los reportados por Gordo et al. (2020) en Cataluña, donde reportan la ausencia de cambios en la ocurrencia de las aves como consecuencia del confinamiento. No obstante, si reportan cambios en su detectabilidad. Si bien las especies que constituyen al ensamble de este grupo y estas ciudades no cambiaron, su comportamiento individual podría responder rápidamente. Los resultados de Derryberry et al. (2020) con un ave focal de San Francisco, EU, por ejemplo, indican que sus vocalizaciones se modificaron durante el confinamiento.

Figura 1. Reporte de movilidad de la comunidad de Google de Michoacán, México. Cada color representa distintos tipos de áreas o establecimientos. Las líneas rojas punteadas representan los dos periodos en los que se realizaron los registros de aves de Morelia.

Es deseable que las evaluaciones de la relación entre la reducción de actividades y la biodiversidad durante la pandemia de la COVID-19 consideren al comportamiento como la forma de respuesta más rápida de la fauna y a las especies comunes del área. Además, se pueden plantear evaluaciones con contrastes temporales posteriores a la pandemia y el uso de registros de plataformas establecidas de ciencia ciudadana.

Referencias

  • Derryberry, E.P., Phillips, J.N., Derryberry, G.E., Blum, M.J., Luther, D., 2020. Singing in a silent spring: Birds respond to a half-century soundscape reversion during the COVID-19 shutdown. Science 370, 575–579. https://doi.org/10.1126/science.abd5777
  • Gordo, O., Brotons, L., Herrando, S., Gargallo, G., 2020. Rapid behavioural response of urban birds to covid-19 lockdown (preprint). Ecology. https://doi.org/10.1101/2020.09.25.313148
  • Rutz, C., Loretto, M.-C., Bates, A.E., Davidson, S.C., Duarte, C.M., Jetz, W., Johnson, M., Kato, A., Kays, R., Mueller, T., Primack, R.B., Ropert-Coudert, Y., Tucker, M.A., Wikelski, M., Cagnacci, F., 2020. COVID-19 lockdown allows researchers to quantify the effects of human activity on wildlife. Nat Ecol Evol 4, 1156–1159. https://doi.org/10.1038/s41559-020-1237-z

Reseña del autor

Rodrigo Pacheco Muñoz es candidato a Doctor en Ciencias Biológicas por la UNAM. Sus intereses de investigación se centran en la migración, la ecología de fauna en paisajes modificados por actividades humanas, la invasión de especies y las interacciones ecológicas. Su principal modelo de estudio son las aves neárticas-neotropicales. Actualmente su trabajo se enfoca en entender el papel que juega la urbanización en este ensamble, desde una perspectiva ecológica y fisiológica. También divulga ciencia en su podcast Historias Cienciacionales (@Cienciacionales) como co-conductor.

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El uso de los recursos naturales en el Geoparque Mixteca Alta y la crisis por el COVID-19

Por: Quetzalcóatl Orozco Ramírez

 Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Geografía, qorozco@igg.unam.mx

El Geoparque Mundial UNESCO Mixteca Alta es un territorio compuesto por nueve municipios, localizado en la Mixteca Alta de Oaxaca. Es un territorio altamente diverso tanto en aspectos naturales como culturales. Una de las características naturales que contribuyó a que fuera declarado geoparque por la UNESCO es la intensa erosión hídrica y la variedad de sus formas. La erosión es un proceso natural que está mediada y modificada por el aprovechamiento y el manejo actual e histórico de los recursos naturales de la zona. Las comunidades, establecidas allí por miles de años han tenido una intensa relación con el ambiente al grado de haberlo modificado en gran medida tal como se observa en los paisajes actuales y excepcionales del geoparque (Palacio-Prieto et al., 2018) (Figura 1).

Figura 1. Vista panorámica de las laderas con fuerte erosión y zonas agrícolas en el valle.

La migración en la región desde los años cuarenta y con diferentes niveles de intensidad en décadas sucesivas contribuyó a la reducción de población, al abandono de tierras agrícolas, así como a la reducción de los rebaños de chivos y borregos. Desde la década de los noventa se inició un cambio perceptible en el incremento de la cobertura forestal. Dicho proceso se reforzó con la prohibición del pastoreo de chivos en algunas comunidades y con la reforestación que actualmente realizan todas las comunidades. A pesar de la alta migración de décadas pasadas, las actividades primarias siguen siendo importantes para decenas de localidades rurales y urbanas de la zona. La producción de maíz y otros granos básicos sigue siendo común para la mayoría de las familias. Aunque las actividades secundarias y terciarias son las que representan el mayor ingreso para la mayoría de la población. Podemos decir que la tendencia de las últimas tres décadas ha sido una reducción en la tasa de extracción de los recursos naturales y una intensificación de la agricultura en las tierras más aptas y un abandono de las tierras de calidad inferior. Esto ha contribuido con los procesos de recuperación ambiental como el aumento del bosque y de la fauna silvestre (Figura 2) (Orozco-Ramírez et al., 2019; Lorenzen et al., 2020).

Figura 2. Zonas con procesos de recuperación forestal.

Desde los primeros meses de la pandemia, el efecto del confinamiento se sintió en el geoparque. Se dejó de recibir visitantes, lo que representó la eliminación de los ingresos de decenas de familias que colaboran en el proyecto: guías, artesanos y artesanas, maestras, cocineras, transportistas, hoteleros. Por otro lado, muchos habitantes que trabajaban en las ciudades cercanas también quedaron desempleados. Las familias que se dedican a la cría de ganado dejaron de vender al no haber demanda, porque las fiestas en toda la región se cancelaron. Como consecuencia hubo un freno a la economía local y las familias tuvieron que recurrir a los recursos locales para sobrevivir. También en los primeros meses por la cancelación de los tianguis y el cierre de mercados hubo un desabasto temporal de alimentos básicos.

En estos meses ha aumentado el uso de los recursos locales, tales como: 1) la leña; 2) las plantas comestibles, tanto silvestres como arvenses, entre los que destacan el maguey, los nopales, y los quelites en general; y 3) los animales silvestres, en particular los conejos. No sabemos cuáles vayan a ser las consecuencias para los ecosistemas por el aumento en las tasas de aprovechamiento de los recursos. Sin duda veremos estas consecuencias en los próximos meses. También es posible que en mayor o menor medida las instituciones locales regulen el uso de recursos, como ya ha ocurrido en otras ocasiones, para evitar su deterioro y también es posible que las actividades productivas para autoconsumo incrementen su importancia para las familias.

Referencias

  • Palacio Prieto, J. L. Rosado González, E. M., G. E. Martínez Miranda. 2018. Geoparques Guía para la formulación de proyectos, UNAM. ISBN 970-32-2965-4.
  • Lorenzen, M., Orozco-Ramírez, Q., Ramírez-Santiago, R., G. G. Garza. 2020. Migration, socioeconomic transformation, and land-use change in Mexico’s Mixteca Alta: Lessons for forest transition theory. Land Use Policy, 95, 104580.
  • Orozco-Ramírez, Q., Bocco, G., B. Solís-Castillo. 2020. Cajete maize in the Mixteca Alta region of Oaxaca, Mexico: adaptation, transformation, and permanence. Agroecology and Sustainable Food Systems, 44(9), 1162-1184.

Reseña del autor

Quetzalcóatl Orozco Ramírez es investigador del Instituto de Geografía de la UNAM, en la Unidad Académica de Estudios Territoriales en la ciudad de Oaxaca. Tiene un doctorado por la Universidad de California, Davis (2009-2014) en geografía; una maestría en biología ambiental por la UNAM (2004-2006) y licenciatura en agroecología por la UACH (1998-2002). Su investigación se ha centrado en la interacción entre la cultura y la diversidad del maíz nativo. Así como los procesos sociales y ambientales involucrado en los cambios y la conservación de la agrobiodiversidad. Sus temas de interés son la agricultura tradicional, la planeación territorial, la conservación de la biodiversidad, el conocimiento, manejo y la conservación in situ de recursos genéticos para la agricultura. Actualmente realiza investigación sobre la agrobiodiversidad en la Mixteca Alta de Oaxaca.

Datos de contacto: Dirección: Reforma s/n Centro, Oaxaca, Oaxaca. Tel 951 5146759, Cel: 438 112 5488. qorozco@igg.unam.mx

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