
Por: Melanie Kolb
Instituto de Geografía, UNAM. melanesien@gmail.com
Conocer la condición de los ecosistemas es un requisito básico para poder manejarlos adecuadamente, sin embargo, evaluarla hasta el momento no ha sido posible a gran escala. Actualmente, expresar la condición es un reto mayor, ya que no contamos con un sensor o una escala de medición para estimar la estructura, composición y función de los ecosistemas, como lo explica Miguel Equihua con más detalle en una texto publicado en un ecoblog anterior (https://scme.mx/medir-la-condicion-de-los-ecosistemas-en-la-era-de-la-informacion/) donde describe una propuesta colaborativa para generar un índice de integridad ecosistémica. Considerar explícitamente las actividades humanas en el contexto de la integridad, puede aportar indicios valiosos para la estimación de la condición de los ecosistemas (ver también el texto de Angélica Hernández en este mismo número). Además de la reconocida relación de actividades humanas con la biodiversidad, existen bases de datos espaciales muy extensas para representar ciertas actividades humanas en el espacio, lo que explicaría porque muchos índices de condición ecosistémica sólo están basados en ellos. Desde hace algunos años, México cuenta con un modelo espacial de impactos humanos sobre la biodiversidad, a partir del cual, se ha reportado el estado de biodiversidad ante la CBD (véase quinto informe 2014 en https://www.biodiversidad.gob.mx/planeta/internacional/implementacion_cbd_mex).
Para mejorarlo, se están rediseñando todos los módulos del modelo en el marco del proyecto “Uso de big data para la gestación ambiental del desarrollo sostenible (Integridad Gamma / iGAMMA)” (CONACyT 296842). El equipo de trabajo sobre degradación está a cargo de establecer las bases para su modelación e incorporación en el índice de integridad ecosistémico; como parte de este proyecto hemos revisado de manera sistemática la literatura existente para México, con el fin de hacer un metaanálisis que establezca relaciones de dosis respuesta (DRR por sus siglas en inglés). Con ello se cumplirá con el objetivo de estimar el efecto de la presión/perturbación (dosis) en el estado (respuesta) de los ecosistemas terrestres y, en particular, el impacto del uso del suelo, la infraestructura y fragmentación resultante de las actividades humanas y sus demandas subyacentes de recursos.
La revisión sistemática de la literatura* arrojó algunos resultados sorprendentes y también preocupantes. A pesar de que la búsqueda arrojó 3,134,699 resultados iniciales, de los cuales se descargaron 1,774 documentos por cumplir con los primeros filtros (título y resumen), los documentos que cumplieron con la calidad de los datos y sobre todo el diseño de experimento para decidir si cumple con los requisitos mínimos de calidad apenas sobrepasó el 2% de los documentos revisados: 6 para el tema de fragmentación, 9 para infraestructura y 21 para uso del suelo. Esto significa, por un lado, que no es material suficiente para hacer un metaanálisis confiable de la literatura publicada para México, ya que los análisis estadísticos realizados carecen de robustez debido al número muy reducido de publicaciones orientados a los temas de interés. El problema principal detectado durante la selección de publicaciones es la falta de rigor metodológico en las publicaciones existentes, además de una heterogeneidad muy grande en las variables presentadas en los estudios. Debido a esto, una gran cantidad de estudios no cumplió con los criterios para la realización del metaanálisis.
A pesar de que no se puede generar una relación cuantitativa o documentar el efecto de la presión sobre el estado en las comunidades biológicas, de manera cualitativa fue posible identificar las variables de dosis (presión) y de respuesta (estado) para cada tema (Figura 1).

Retomando la pregunta del título de este texto, ¿ya chole?, nuestra investigación muestra que a pesar de que sean temas “clásicos” y ampliamente abordados en diferentes áreas de la ecología, biología de la conservación y sobre todo en la ecología del paisaje, en México no contamos con un cuerpo de información publicado y analizable como para conocer con confianza qué tan degradados están los ecosistemas en México y los factores que lo provocan. Realmente hace falta retomar estos trabajos con un enfoque más sistemático y sobre todo con diseños experimentales que permitan obtener datos válidos y comparables.
* Se realizaron búsquedas de la literatura disponible en inglés y español sobre estudios en ecosistemas mexicanos que tenían como objetivo cuantificar cómo la infraestructura carretera, el uso del suelo o la fragmentación afectan la biodiversidad con datos in situ, usando una serie de palabras clave. Cabe de destacar que ni los grupos taxonómicos, el año de publicación u observación, ni el tipo de revista eran limitantes para la selección de documentos. Para mayores detalles metodológicos, véase Kolb et al. en prep.
Reseña de la autora

Dra. Melanie Kolb. Es investigador asociado C de TC del Instituto de Geografía (UNAM) y cuenta con el SNI nivel 1. De 2005 a 2016 trabajó en diferentes aspectos relacionados con la planeación de la conservación en la CONABIO.
Después de transitar por varios tópicos de la biogeografía, análisis espacial, planeación y priorización, impactos humanos a la biodiversidad y su análisis prospectivo, actualmente su trabajo se enfoca a servicios ecosistémicos hídricos:
· Hidrogeografía y ecohidrología en el marco de sistemas socio-ecológicos.
· Vulnerabilidad de ecosistemas al cambio global y planeación sistemática de la conservación usando indicadores de biodiversidad.
Melanie Kolb, en conjunto con el Dr. Leopoldo Galicia, está a cargo del Laboratorio de Ciencia Aplicada y Colaborativa (CARSE) del Instituto de Geografía, dónde se integran diferentes disciplina y enfoques participativos para impulsar transformaciones urgentes, para enfrentar los retos del cambio global.
Forma parte del grupo de expertos del System of Environmental-Economic Accounting (SEEA) Experimental Ecosystem Accounting (EEA) de las United Nations Statistical Division (UNSD), the United Nations Environment Programme (UNEP) TEEB Office, and the Secretariat of the Convention on Biological Diversity (CBD), financiado actualmente por la Unión Europea.
También participó como lead author en el primer reporte global de IPBES (Intergovernmental Science‑Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services), donde era responsable de la sección de servicios ecosistémicos bajo escenarios futuros. De manera periódica participa en eventos nacionales organizados por la representación nacional de esta plataforma, así como de otras redes de investigación.